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Desafios y Soluciones

Mujeres

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Desafios
Tras vivir más de un año de pandemia, en un contexto mundial en el que ya existían enormes desigualdades, inestabilidad económica, niveles elevados de violencia y servicios de salud fragmentados, los impactos de diversos escenarios con el riesgo adicional de una emergencia sanitaria causada por la COVID-19, han agravado de manera muy particular la situación de la población vulnerable. Una vez más, las mujeres y niñas son las más afectadas, pues son ellas las que han sufrido mayores repercusiones ante un amplio diagnóstico que exacerba una sociedad dañada.

La participación plena y equitativa de las mujeres en todos los ámbitos de la sociedad es un derecho humano fundamental. Sin embargo, en todo el mundo, las mujeres y las niñas están considerablemente infrarepresentadas: desde la política y el entretenimiento hasta los lugares de trabajo. 

En América Latina, una de las regiones más desiguales del mundo, parte importante de la desigualdad se sostiene en base al mercado laboral segmentado que discrimina a las mujeres por ser responsables de los cuidados. Este mercado condiciona la inserción de las mujeres a empleos con mayores niveles de precariedad laboral y vulnerabilidad, siendo los sectores con mayor presencia femenina los más afectados por la COVID-19, por ejemplo, el sector manufacturero, turístico, comercial o el servicio doméstico remunerado.

Según estimaciones de la CEPAL, OIT y ONU Mujeres entre 11 y 18 millones de personas se dedican al trabajo doméstico remunerado en América Latina y el Caribe, de estas el 93% son mujeres. El trabajo doméstico supone en promedio entre el 10,5% y el 14,3% del empleo de las mujeres en la región.

Si para todas las mujeres existe una brecha entre los derechos que se consagran en las leyes y el ejercicio de esos derechos en la vida real, en el caso de las mujeres indígenas, esta es aún mayor por las múltiples formas de violencia, discriminación y exclusión que enfrentan. Las causas estructurales del fenómeno migratorio en mujeres indígenas obedecen a la necesidad de buscar horizontes que mejoren sus condiciones de vida; pues en sus lugares de origen sortean constantemente problemáticas en salud, situaciones de violencias, baja inclusión en el ámbito educativo, laboral, condiciones de extrema pobreza, explotación laboral y en algunos casos mendicidad.

Pobreza, desigualdad y género

Es común resaltar la categoría de la feminización de la pobreza, apoyada, en el incremento de mujeres pobres en América Latina. Además, en un año en el que la limitación de la movilidad causada por los confinamientos decretados en muchos países para hacer frente a la pandemia, los datos emergentes indican que el Impacto de COVID-19 en la violencia contra las mujeres en América Latina, sobre todo la violencia doméstica, se está intensificando durante la pandemia. 

Por otra parte, América Latina es la única región del mundo donde los matrimonios infantiles no han disminuido en los últimos 25 años y ocupa el segundo lugar del mundo en número de embarazos adolescentes. 1 de 4 niñas en América Latina y el Caribe se casa o entra en unión temprana antes de los 18 años. El matrimonio infantil y las uniones tempranas son un fenómeno complejo relacionado con desigualdades de género, pobreza, abandono escolar, violencia y embarazo adolescente, el cual pone en riesgo la vida y la salud de las niñas, además de limitar sus perspectivas futuras. Sin acciones e inversiones aceleradas, América Latina ocupará el segundo puesto más alto de matrimonio infantil y uniones tempranas para 2030.

De acuerdo con datos de la Organización de las Naciones Unidas, una mujer es asesinada cada dos horas en América Latina. Esa situación ha impulsado a diversos movimientos feministas de la región a trabajar para que la palabra feminicidio sea aceptada dentro de los códigos penales en los distintos países. De acuerdo con su interpretación, el feminicidio posee una serie de características que le diferencian de los asesinatos u homicidios en los que frecuentemente se ven involucrados hombres. “El feminicidio es un crimen de odio que se da simplemente por el hecho de ser mujer. Este suele llevar consigo una dosis de violencia sexual”

En Latinoamérica tenemos la segunda tasa de embarazo adolescente más alta del mundo, después de la de África subsahariana. Alrededor del 15% de estos embarazos los vivieron mujeres menores de 20 años

De acuerdo a datos de la CEPAL, al menos 3529 mujeres fueron asesinadas en 2018 en 25 países de América Latina y el Caribe, solo por el hecho de ser mujer.

Las mujeres latinoamericanas son una fuerza imparable en la región. Luchamos desde diferentes espacios para visibilizar y denunciar la violencia de género. Luchamos para que se reconozcan todas las brechas que aún existen entre mujeres y hombres en países de la región.

Reivindicar la igualdad de derechos para las mujeres y las niñas seguirá siendo una consigna, no importa si hacemos activismo e incidencia desde los espacios sociales, políticos o desde las expresiones artísticas, lo realmente importante es visibilizar la realidad de las mujeres. 

Existe un amplio consenso internacional sobre la urgencia de avanzar hacia la igualdad de género: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible recoge en su Objetivo número 5 el empoderamiento de las mujeres y niñas. El carácter universal de los ODS es un llamamiento a todos los países (también a los desarrollados) y cuenta con todos los actores, incluyendo al sector privado.

Violencia 

La violencia de género es un fenómeno multicausal y complejo que atraviesa el entramado social y afecta severamente a las mujeres, niñas y niños. Se trata de una manifestación de las relaciones de poder históricamente desiguales entre hombres y mujeres. La violencia es, en muchos casos, una consecuencia de la creencia según la cual los hombres tienen “derecho a ciertos privilegios”, por ejemplo, a decidir cuándo y cómo tener una relación sexual o a avasallar física o psicológicamente a una mujer.

Su condición, cultura, situación y características de la zona impiden su desarrollo, autonomía y empoderamiento quedando relegados en el ámbito sociocultural y familiar a un segundo plano que incluye exclusivamente las tareas de la casa, el cuidado de las/os hijas/os y de personas mayores, enfermas, discapacitados, etc. Esta distribución de tareas implica para las mujeres una menor disponibilidad de tiempo para seguir estudiando, tener un trabajo remunerado, además del agotamiento físico, mental y emocional que genera. 

Esta violencia que se está extendiendo sin precedentes en la zona, es ejercida contra las mujeres y consecuentemente contra sus hijos, por un integrante del grupo familiar, que daña la dignidad, el bienestar, la integridad física, psicológica, sexual y económica, negándoles la libertad reproductiva y el derecho decidir por sí mismas, tanto a ellas como a sus descendientes. 

El patriarcado y los estereotipos de género donde asignan a las mujeres roles, comportamientos y características de menor prestigio, están todavía muy arraigados en el país y en especial, en las zonas con un nivel cultural más bajo o donde la presencia étnica y costumbres ancestrales, está más presente o incluso, donde grupos extremistas religiosos imponen su conducta a la comunidad de integrantes prevaleciendo el patriarcado y la misoginia, como forma de vida, donde el rechazo, la aversión y el desprecio a la mujer impera en sus costumbres. 

Cuando no responden a lo que se espera de ellas y se alejan de la “norma social” en la que deberían encajar, el sistema patriarcal busca aleccionarlas, disciplinarlas, recurriendo a la violencia. El patriarcado considera que hay un sujeto hegemónico que es el hombre, heterosexual, sin discapacidad, y cuanto más se “alejan” las personas de tales características, más bajo en la jerarquía social serán colocadas. 

Empoderamiento

La situación mundial. La triste realidad es que demasiadas mujeres y niñas en el mundo entero se enfrentan a diario a la discriminación, la injusticia y la falta de oportunidades. Pensemos en lo que eso significa desde el punto de vista del empleo y de la prosperidad. En algunas partes de América Latina y en muchos países de otras regiones, el derecho de la mujer a ser propietaria, divorciarse o tener una cuenta bancaria puede estar limitado de varias maneras. Aun si se eliminan los obstáculos jurídicos, conocemos las barreras invisibles con las que se topa la mujer: trabajo no remunerado, políticas deficientes, discriminación salarial, falta de opciones y oportunidades de acceso a la educación. Estas son algunas cadenas ocultas que atan a la mujer.

Los estudios demuestran que en los mercados laborales ineficientes, ampliar la participación femenina puede estimular la productividad global, lo cual a su vez hace subir los sueldos reales tanto del hombre como de la mujer y lograr hacer de una región, una sociedad más próspera y productiva. 

Menores

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Los NIÑOS y las NIÑAS son sujetos fundamentales de desarrollo y motores esenciales de cambio y transformación social para el futuro. Las bases del bienestar de una persona se establecen durante los primeros años de vida. La primera infancia es el momento más oportuno para quebrar el ciclo intergeneracional de la pobreza y las desigualdades de género. Es esencial, por tanto, que la perspectiva de derechos de infancia esté marcadamente presente en la política de cooperación. Hay, además, otros muchos factores que lo justifican.

El 35% de la población mundial y más de la mitad de la población de los países en vías de desarrollo son niños y niñas.
Los menores están sobrerrepresentados dentro de los colectivos en situación de pobreza y exclusión en todo el mundo.
La pobreza y la exclusión social tienen un impacto severo y amplificado en la infancia, por tratarse de personas en período de crecimiento físico y cognitivo que arrastran a lo largo de sus vidas los efectos de las privaciones que sufrieron durante su infancia.


Los niños y niñas tienen derechos específicos y necesidades particulares. Precisan de una protección y asistencia especiales para poder ejercer sus derechos, ya que constituyen una población tutelada, que tiene limitada su capacidad para participar y defender sus intereses de forma autónoma.

Más de dos décadas después de la aparición de la Convención sobre los Derechos del Niño, todavía hay millones de niños y niñas que no han podido ejercer sus derechos a sobrevivir y prosperar, alimentarse y recibir educación y a beneficiarse de la protección y la participación

Los altos niveles de desigualdad afectan de manera más significativa a las mujeres y a las niñas, lo que conlleva menor acceso de ellas a la educación en comparación con los niños, más dificultades de movilidad y capacidad para influir en la toma de decisiones que afecta a sus vidas, peor acceso a la alimentación, más riesgo de violencia, agresiones y abusos sexuales, mutilación genital así como situaciones de mayor exclusión y explotación en el trabajo, muchas veces en circunstancias cercanas a la esclavitud.

Más de 18.000 menores de 5 años mueren cada día por causas en gran medida prevenibles, como la neumonía, la diarrea o la malaria. Los niños y niñas de esta franja de edad se enfrentan también a una situación de emergencia silenciosa en materia de nutrición. La desnutrición está asociada a más de un tercio de las muertes infantiles y la desnutrición crónica (o retraso en el crecimiento), mina de por vida su salud y desarrollo cognitivo.

Los datos muestran que la edad media para el primer matrimonio está aumentando de manera gradual para las niñas, pero, sin embargo, muchas se ven obligadas a casarse en plena infancia, mucho antes de cumplir 18 años. Todo ello acarrea a menudo efectos perniciosos sobre su salud, educación, desarrollo y protección.

En todo el mundo, millones de niños todavía están fuera de las aulas y las tasas de deserción escolar temprana son muy altas. La pobreza, el género y el lugar de residencia son factores que influyen. Casi la mitad de los niños que no van a la escuela vive en Latinoamérica.

La paridad entre los géneros está a punto de alcanzarse en la enseñanza primaria, pero disparidades marcadas en la enseñanza secundaria y terciaria, donde las mujeres siempre están en desventaja.

Los niños y las niñas en todo el mundo —especialmente aquellos con discapacidades, que han quedado huérfanos, que no tienen atención familiar, que viven en los hogares más pobres, y que provienen de grupos marginados— están expuestos a diversas formas de violencia, explotación y malos tratos.

Las niñas y los niños más excluidos y desatendidos sufren múltiples discriminaciones, pues pueden vivir con discapacidades, en comunidades minoritarias o indígenas, en entornos frágiles, en barrios marginales de las ciudades, o en zonas en las que se enfrentan a graves dificultades, que incrementan su grado de dificultad en cuanto a ser discriminadas por ser niñas o mujeres.

Niños de la calle

Niños de la calle
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200 millones de niños de todo el mundo viven o trabajan en las calles, esto representa a un total mayor que toda la población de Francia y Gran Bretaña juntas.

En Sudamérica, al menos 40 millones de niños viven en las calles; en Asia, 25 millones; y en toda Europa, aproximadamente otros 25 millones de niños y jóvenes viven en las calles. En el año 2020, habrá 800 millones de niños en las calles.

UNICEF define a los niños de la calle de diferente forma: 

Niños de la calle: Niños que han de trabajar en las calles porque sus familias necesitan dinero para sobrevivir.
Niños de la calle: Niños que provienen de familias pobres que duermen en las calles.  Algunos llegan a la ciudad provenientes de las zonas menos privilegiadas del país, otros han huido.
Niños de la calle: huérfanos y niños abandonados, cuyos padres han muerto por enfermedad o causa de la guerra, o para los que cuidar de los niños era imposible. Esta definición no es siempre fácil de aplicar.


El término niño de la calle describe a tres grupos diferentes de niños y niñas:

Niños que trabajan durante el día en las calles pero que aun se retiran a las casas de sus familiares.
Niños que trabajan durante la semana en las calles y que solamente regresan durante los fines de semana a las viviendas de sus familiares.  Porque el camino entre el lugar de trabajo y la vivienda familiar está demasiado lejos, por ejemplo.
Niños que ya no tienen ningún contacto con sus familias. Trabajan y viven en las calles. 
Al último grupo, según estimaciones diversas, pertenecen aproximadamente 80 millones de niños.  Muchos de ellos viven en las grandes ciudades de América Latina.  Los más jóvenes tienen entre 4 y 5 años.  Es muy difícil establecer cifras exactas. Muchos han nacido en las calles. No obstante, los especialistas en la materia están convencidos de que las cifras de niños y niñas que viven en las calles van a seguir creciendo. Un argumento que avala esta hipótesis consiste en el hecho de que cada vez más personas migran desde el campo a las ciudades.  


Existen muchas razones por las cuales los niños acaban en las calles:

Las parejas se separan, en las familias reina la violencia o el abuso, los niños están obligados a realizar trabajos forzados para dar soporte económico a sus familias. Muchos padres no están en condiciones de alimentar a sus hijos adecuadamente. En las calles hay múltiples amenazas. Los niños y niñas de la calle son víctimas de la prostitución, abusos sexuales, muchas niñas sufren embarazos prematuros después de violaciones.  Las drogas, el hambre y las enfermedades amenazan sus vidas. 

Verdaderamente es muy doloroso ver a los niños de la calle, es una panorámica tan dura, algo que no debería estar pasando a las puertas del siglo XXI. Son niños abandonados por sus padres, su familia, el gobierno y la sociedad, nadie se ocupa de ellos, les vemos por las calles y somos indiferentes, más bien nos molesta su presencia.

Son niños sin un presente agradable, la necesidad los hace privarse de las satisfacciones más elementales como la de tener una infancia normal, es decir ir al colegio, disponer de tiempo para hacer tareas, para jugar, para distracciones o simplemente para ver la televisión. No, estos niños no tienen infancia. Si van al colegio son unos privilegiados, si comen dos veces al día, un regalo y si tienen en sus manos un juguete, una fortuna!

¿Y el niño de la calle sentirá lo mismo?, ¿será que no tiene derecho a disfrutar de las mismas ilusiones?, muchos de estos niños pasan su infancia trabajando para sus padres o para algún familiar o particular que en algunos casos los explotan pisoteando de esa manera toda su dignidad.


Sea cual sea el tipo de niño de la calle mencionado, son niños que no tienen futuro, están en este mundo sin ningún objetivo ni destino, nadie los quiere y a nadie les importa.

Abandono infantil

Abandono es la falta de atención a las necesidades básicas de un niño. Existen cuatro tipos:


El abandono físico es una supervisión inadecuada y/o poco segura del niño.

El abandono médico es negarle al niño la atención médica que necesita o un tratamiento médico que se le haya prescrito, el cual podría incluir nutrición, hidratación y medicación apropiadas. 

El abandono educativo es el incumplimiento de las leyes del estado respecto a educación infantil obligatoria. El abandono emocional es ignorar las necesidades del niño para poder tener un desarrollo social y emocional normal. 

Los niños pueden terminar en la calle por distintas razones, de las cuales las más típicas son las siguientes:

No tienen elección: Han sido abandonados, son huérfanos o han sido expulsados de sus hogares. Eligen vivir en la calle a raíz de maltratos sufridos en su casa, por negligencia de los padres o porque simplemente su familia no es capaz de cubrir sus necesidades básicas.
Eligen vivir en la calle por los ingresos que con sus actividades puedan reportar a sus familias. Si esos hogares y familias, como parte integrante de la sociedad, son incapaces de mantener la vida de ese niño, puede por tanto decirse que las razones últimas del abandono del domicilio paterno son las condiciones sociales, económicas, políticas y medioambientales impuestas por el conjunto de la sociedad en que ese grupo marginal se inscribe.


En un informe de la OMS sugería estos factores como causantes de este fenómeno:

Desintegración del entorno familiar
Conflicto armado
Pobreza extrema
Abusos físicos y sexuales
Explotación infantil
Desplazamientos tras migración
Urbanización y crecimiento descontrolado de suburbios
Analfabetismo. Falta de educación i cultura
Catástrofes sociales (corrupción, mala gestión de recursos)
Catástrofes políticas (guerra, conflicto civil, conflicto étnico)
Catástrofes naturales (sequías, inundaciones, terremotos)
Colapso económico (pérdida del hogar, padres, familia, educación)
Desempleo
Abuso de drogas y alcohol
Enfermedad y ausencia de atención sanitaria. 
Muerte del progenitor o ingreso en prisión.

Familias desmembradas.

Niño negado por su padre que no quiere reconocerlo.
Niño huérfano de padre y madre
Muchos niños hijos de prostitutas huyen de su casa cuando descubren las actividades de su madre. Es un drama con consecuencias psicológicas graves. 
Niño hijo de padres drogodependientes.
Cuando los padres se drogan, la vida es insoportable para el niño que se vuelve independiente a muy temprana edad. Desgraciadamente para él la droga está desmitificada y puede que se vuelva él también desde edad muy temprana, un drogadicto que será muy difícil de desintoxicar.
Hijo de mendigos. Ellos también se volverán mendigos. Este porvenir no les satisface y prefieren marcharse.
Niño cuyo padre y/o madre está en la cárcel. Ocurre a menudo que nadie se preocupe del porvenir de los hijos cuyos padres fueron encarcelados.


Salud Física.
Los traumatismos y algunas infecciones (parasitosis), son las afecciones más comunes entre estos niños en situación de abandono.
El 80% consume droga regularmente, las más frecuentes usadas son los adhesivos de contacto (clefa) muchas veces para matar el hambre, iniciándolos así en la droga, seguidos de la cocaína y la marihuana. La actividad sexual comienza a edades tempranas, los embarazos en adolescentes son muy frecuentes y precoces debido a su alta promiscuidad. 

Salud Mental.

Los niños realizan actividades intermitentes. Lavar o cuidar autos, venta ambulante, pedir limosna, robar o caer en la prostitución. Algunos forman bandas que presentan una estructura de tipo jerárquico, pero la mayoría forman grupos menos estables y con roles menos definidos, y consecuentemente más adaptables a los problemas de la calle. 

La Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que uno de los más apremiantes problemas de salud que enfrentan estos menores de todo el mundo es el abuso de drogas. Prácticamente todos estos niños están enganchados a los inhalantes o a otras drogas más fuertes. Sólo unos pocos pueden vivir en las calles sin ningún tipo de droga.

Los medios de comunicación, la policía, la justicia, múltiples empresas y la sociedad en general, consideran a estos niños como un grupo de delincuentes que representan una amenaza para la sociedad.

Tanto el gobierno como la sociedad civil en su conjunto, deberían tomar conciencia del valor de estos niños y la contribución que cada uno pueda hacer para resolver la situación.

Frecuentemente los niños callejeros viven momentos en los que desean dejar la vida en la calle. Sin embargo, el arraigo que tienen a la vida en la calle es muy fuerte y les ha generado un deterioro físico y emocional que no les permite proyectarse a futuro y tomar la decisión de modificar su vida.

La identidad del niño

Desde esta perspectiva, la vida en la calle más que una patología individual, representa un sistema de relaciones y representaciones construidas a partir de una realidad concreta por un grupo específico y cumple, entre muchas otras cosas, la función de brindar un sentido de identidad que es necesario para la construcción y supervivencia del sujeto en lo individual y colectivo.

La permanencia en la calle, las estrategias para sobrevivir, la violencia e incluso la droga misma, son componentes de esta vida en la calle y, pese al daño que muchos de estos elementos causan a los niños, cumplen la función de integrar y dar sentido a este grupo.

De ahí que, actualmente, cada vez más programas busquen formas para abordar a estos niños de manera que este sistema de relaciones en el que se insertan, sea modificado y reconstruido paulatinamente, se oriente hacia fortalecer una identidad diferente a la que los mantiene en la calle y no termine por reforzarla.

Si bien desde esta perspectiva se van construyendo modelos y revisando los actuales, existen evidencias de que hay modelos que terminan por reforzar la estancia en la calle.

En el desarrollo de una identidad alternativa a la callejera, va quedando clara la necesidad de construir modelos que faciliten un ambiente en donde los niños se sientan integrados, escuchados, participantes y seguros. La crianza del niño en el ámbito familiar constituye un vínculo proveedor de identidad, complementado por quienes representan una continuidad afectiva, cultural o social (ejemplo: la comunidad) El soporte material es esencial para el funcionamiento de la trama familiar.

Las condiciones socio-económicas se articulan directamente con la posibilidad efectiva de alcanzar el pleno derecho a la identidad.

En el contexto de la pobreza, el fenómeno de abandono aparece como un componente de la geografía social, desde el cual no es posible atribuir responsabilidad primaria a los padres que abandonan a sus hijos.
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