Carles González - 2018


Mi experiencia en Plan 3000 me ha permitido conocer una realidad diferente a la realidad que ya conocía de los Hogares. Así como en los Hogares los chicos no viven con sus familias y sus experiencias son pasadas (aunque siguen teniendo un peso importante en su presente), estar en Plan 3000 hace que vivas el día a día de su gente, tanto lo bueno como lo más duro.
Desde el primer momento se siente el cariño de las chicas y los chicos, los profesores, las familias y la gente de la escuela y del Barrio que te hacen sentir partícipes de su día a día, como si fueses uno más, haciendo que todo sea mucho más fácil.

En Plan 3000, a pesar de seguir una rutina, cada día era diferente. Las mañanas ayudaba a la profesora Jenny en la clase de 1o de primaria con sus 36 alumnos. Allá pude conocer el día a día de los maestros y ver lo difícil que es poder atender las necesidades de todos los alumnos. Por las tardes dábamos apoyo escolar a los alumnos con más dificultades junto con mis compañeros Leire y Javier. Y por las noches, hacíamos actividades en la cancha para los chicos de la escuela y del Barrio o simplemente nos quedábamos charlm7cws con ellos. Nos quedamos sorprendidos por la participación y entusiasmo de los chicos con alguna de las actividades que pudimos realizar para sacarlos de su monotonía.

Para mí, una de las cosas más difíciles de asimilar ha sido la frustración de querer ayudar y no poder hacer más. Aún y así, sigo pensm7cws que vale la pena hacer lo que uno puede durante el tiempo que está allá e intentar hacer un cambio, por pequeño que sea, evitamos crear una dependencia y empoderar a la otra persona.

Pienso que, a pesar de ello, el hecho de estar allá hace que los chicos y chicas vean que alguien que no conocen se preocupa por ellos, los anima y les permite ver una manera de hacer diferente, rompiendo con algunas ideas que tienen preconcebidas sobre las personas. Sigo reafirmando la suerte que tenemos por haber nacido donde lo hemos hecho y cómo esto condiciona nuestras vidas.

Situaciones para las que aquí encontraríamos una posible solución, allá es totalmente diferente y muchas veces no queda más resignarse y esperar que pase algo o alguien tome decisiones que cambien las cosas.

No obstante, opino que vale la pena vivir esos momentos y esa mezcla de emociones, aunque sea una vez en la vida.
Todo esto forma parte del choque cultural del que tanto nos han hablado y al que uno no acaba de acostumbrarse.

Para acabar, decir que estoy totalmente agradecido a todas las personas con las que he convivido y pasado momentos a lo largo de estas semanas por todo lo que me han aportado y enseñado sin darse cuenta. También, al acompañamiento que hemos tenido por parte del Padre Vicente, de Jose Luis y la Hermana Lorenza. Además, me ha gustado poder volver a ver a los chicos de otros años en el Encuentro de Hogares y ver cómo están creciendo y cómo avanzan con sus vidas.
Una vez más, una experiencia muy especial que no olvidaré.


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